necessity- Billshido's love

domingo, 1 de agosto de 2010

Lies

Lies

Verte dar vueltas en la habitación, buscando aquel anillo que cayó en algún momento anoche, cuando nos dejamos cegar por aquella lujuria, me recuerda a la primera vez.
A nuestra primera vez.

¿Lo recuerdas? Fue después de unos premios; unos que, obviamente, ganaste. Digo ganaste y no ganaron porque poco me importa el resto de la banda. Tenias el pelo suelto, lacio, negro como el ala de un cuervo. Se te veía tan inocente que, por un momento, tuve miedo de acercarme a ti y arruinar esa inocencia. Pero lo hice, me acerque, te pedí un trago, hablamos.

Cuando me di cuenta, te tenía contra una pared, lejos de ojos curiosos, besándote como si la vida dependiera de ello. Nunca había estado con un hombre y, si hubiera pensado con claridad, todo eso no habría pasado. Pero, ¿cómo no dejarme caer en la tentación cuando desprendías lujuria por cada poro de tu piel? Esa noche también perdiste un anillo, uno de diamantes si recuerdo bien.

Después de eso, no nos vimos y yo creí haber satisfecho ese deseo por tu cuerpo que habías despertado. Y, sin embargo, tu rostro apareciendo en cada lugar, tu voz en todas las radios, no ayudó en nada. Pronto, me vi agobiado por la creciente necesidad de volver a verte.

Comencé a detestar tu carita de niño bueno, porque con ella destrozabas más mi orgullo. Aquel orgullo y el nombre que tanto me costó construir, lo que me hacía alguien entre una muchedumbre ávida de fama. ¿Quién eras tú para hacerme esto? Tan solo un niño consentido que cantaba idioteces a un público lleno de niñas estúpidas.

Nuestro siguiente encuentro fue por casualidad. De haber sabido que estarías en aquel estudio, hubiera cancelado mi presentación en el show. Ahí estábamos, los dos a pocos metros de distancia. Estabas tan deslumbrante como aquella primera vez.

Ahora que lo pienso, debería haberme quedado callado, haberme olvidarme de todo, haberlo guardarlo en el fondo de mi mente y no sacarlo a la luz nunca más.

Pero no. Tenía que abrir mi bocota. Fui un imbécil. Una sola propuesta, que creí que ibas a desechar, e iniciamos juntos un viaje que sabíamos que iba a terminar mal.

Una noche de fantástico sexo, seguida por otra y otra. Lo que solo sería una vez, pasó a ser meses. Ni siquiera me di cuenta de que me había enamorado. Tendría que haber visto las señales, y escapar en el momento justo, pero estaba tan cegado por tu persona que no había nada más para mi.

Parte de mi seguía odiándote, quería arrancarte, desgarrar tu espíritu para que no pudieras seguir afectándome. Los golpes, los celos, los gritos. Todo aquello que nunca hice, tú lo despertaste, lo hiciste real. Me transformé en algo que no quería ser. Era un monstruo, y tú lo impulsabas con tu sonrisa digna de comercial.
Me empujaste cada vez más al pozo de la desesperación, sin importarte nada, sin siquiera mirarme.

Eres cruel, Bill.

El golpe final no lo oí de tus labios. Me pregunto si hubiera sido distinto. Es posible que, en un ataque, te matara a ti y después a mí. Un final trágico que recorrería los diarios, mostrándole que eres mío. Pero… ¿eres mío realmente? ¿O tan solo fue una fantasía que ayudaste a construir, tan solo por el placer de verme rendido ante ti?

Los brazos de otro hombre sosteniéndote; otros labios besándote, obteniendo aquellos besos que yo pensé que eran solo para mi. Un cuarto destrozado fue todo lo que quedó, además de una resaca histórica. ¿A qué jugabas conmigo, Bill? ¿Acaso no sabías lo que significabas para mí? ¿Acaso no te diste cuenta? ¿Fui yo tan solo un juguete con el que te divertías, pero estabas dispuesto a desechar una vez que te hartaras? ¿Cuándo hubieras obtenido todo, me hubieras quitado absolutamente todo, desde la sangre misma hasta el espíritu?

Aprendí a leer tus mentiras a partir de entonces. Cuando unas fotografías mancharon tu imagen en mí. Descubrí los pequeños detalles que me hicieron darme cuenta de que el único que seguía en pie era yo. Hace rato que te habías bajado de esta relación.

Eres cruel, Bill.

¿Para qué quedarte, si todo lo que haces es lastimarme? ¿Para qué, si sabes que realmente no quieres estar conmigo? ¿Para qué abrirte la puerta, si sé qué es lo que esconde tu cuerpo, marcado por las manos de otro?

Al verte dar vueltas por la habitación, buscando tus ropas, lo comprendo. Sé qué es lo que pasará a continuación y que no hay nada que pueda hacer.

Dirás que soy un masoquista, pero a estas alturas no puedo evitarlo. Necesito que lo hagas otra vez, una última vez.

Vamos, Bill, miénteme. Miénteme como tantas veces lo haz hecho, que no te importe mi corazón y orgullo herido esta vez. Derrama una lágrima para que no me preocupe, para alimentar una esperanza.

No me mires con culpa, hazlo como siempre. Intenta sonreír, aún cuando yo sepa que esa sonrisa es falsa. Sé que guardas tus sonrisas para alguien más. Pero, a mi…a mi miénteme, engáñame, niégalo. Dame otra excusa barata para que pueda creerla. No me digas nada si solo escucharé la verdad de tus labios. No lo hagas. No quiero eso, la verdad ni parte de ella.

Eso es, abrázame, bésame. Calla y déjame esto para que te recuerde. Así es, repite que nos volveremos a ver cuando regreses…aunque sabes bien que no es así. Que te irás y esta vez es para siempre. Que a partir de mañana, serán otros brazos los que te abracen.

—Te amo.

Eres cruel, Bill. Realmente cruel.

Pero está bien. Creeré lo que me dices y te despediré con una sonrisa. Que ese te amo se convierta en la mejor de tus mentiras.

Y en la mejor de mis verdades, cuando encuentres entre tus cosas aquel anillo de diamantes como regalo de despedida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario